

SERGIO LAPEGÜE
“PARAR ES PREMONITORIO”, reconoce Sergio Lapegüe de un libro que empezó en 2019 y que el Covid-19 puso el capítulo más dramático en enero 2021, con 21 días en que el periodista, y conductor se debatió entre la vida y muerte, “arranqué antes de la pandemia y pensábamos presentarlo en la Feria del Libro porteña, este año. Pero me agarró un virus que me chocó de frente. Y que ayuda a tomar la determinación de bajar un cambio, algo que escribía, pero no practicaba”, confiesa Lapegüe.
“Es que siento que varias cosas que me pasan, nos pasa a todos. Una es la dependencia ridícula con el teléfono. A todos nos está pasando esta desconexión, y quizás es un buen momento que bajemos un cambio”, asegura sobre la inspiración original el autor del best seller “Prendé el optimismo”, diferente al tono de la nueva publicación de Editorial Planeta, “no es un manual de autoayuda, es uno que hice para ayudarme a mí”, admite, y agrega: “No digo dejar de trabajar, sino que hagamos las cosas con la idea de disfrutar el momento”, enfatiza una de las caras de el trece y TN.
-¿Se sintió inmortal?
-Claramente. Uno piensa que es eterno. Imaginate que estaba 10 horas en vivo, escribía libros y cantaba en mi banda. Incluso había tenido una alerta de contagio con una compañera del canal en 2020, me quedé tres meses en casa siendo de riesgo por asmático, y laburaba más que antes. Una locura. Y cuando estaba en terapia intensiva me terminé dando cuenta que la vida es muy efímera. Esa fue la experiencia límite porque pensás: “si salgo, cambio”. Mucha gente me escribía, rezaba, es realmente impresionante lo que provocó en mí y la familia el amor de la gente.
-Sin contar a su familia, ¿recuerda el mensaje más conmovedor?
-Fue el de mi actual maestra de meditación, junto al equipo que me está ayudando a salir de este pozo, me escribió: “no duele para que sufras, duele para que cambies”.
-¿Lo está consiguiendo?
-No tengo la misma energía de antes pero estoy tratando de curar mi alma, y lo hago con trabajo de meditación, con reiki. Ya estoy en un proceso de cambio de mi vida, que no será de un momento para otro. Tampoco será rotundo, voy tranquilo. Mi propuesta ahora es vivir de otra forma. Me perdí mucho de Bochi y los chicos, ahora estaré más con ellos.
Aquel muchacho que inició su familia con Silvia hace casi 30 años era el mismo que trabajaba de meritorio con Bernardo Neustadt, estudiaba ciencias económicas, militaba en la universidad, hacía deportes y tenía su banda de rock, además de representarlos, Los Valiant, con disco editado en 1988.

“Nunca dejé de estar ligado a la música. Y sigo conservando mi banda. Lo que pasa es que mi pensamiento de muchacho era cómo hago para mantener una familia con la música”, remonta a los años que Sergio bicicleteaba con los mismos muchachos que aún lo acompañan en el gimnasio, “además ya de chico sabía que quería ser periodista. Un mensajero de buenas noticias ¡Me gustan tantas cosas! Soy de los que piensan que si me gusta todo, lo tengo que hacer. Así de fácil. Si bien es cierto que hace varias décadas trabajo en el periodismo, en estos últimos cinco años volví a la música, con mis viejos amigos”, redondea Sergio, que se presentará el próximo 25 de septiembre con la LapeBand, en el porteño Teatro Broadwa. Con la experiencia de acompañar a María Laura Santillán y Nicolás Repetto en el suceso de “Fax” de los ‘90, comenzó una carrera sin frenos, “hace 30 años que trabajo en Canal 13 (Artear), todavía no existía TN cuando ya estaba ahí y tuve ofertas de muchos canales, de muchos programas noticieros y demás, y nunca me animé porque siempre pensás si te va mal, y después no les podés dar de comer a tus hijos”, reconoce Lapegüe, quien hizo del optimismo una bandera.
-En la radio hay un segmento destacado a la solidaridad, ¿piensa que los argentinos somos solidarios?
-Somos muy solidarios. Especialmente aquellos que menos tienen. Muchas veces esos que no tienen, donan su tiempo. Pero ya en el “Prende y Apaga” teníamos una sección que recolectaba donaciones para las escuelas, y viajábamos mucho. Logramos la marca de 22 mil kilómetros anuales visitando escuelas.
-¿Piensa que “Prende y Apaga” es un clásico de la televisión?
-¡Sí! Es que fueron solamente cuatro temporadas, pero parece más. Fijate que seguimos hablando de eso, y hace seis años que no estamos al aire. Y la gente sigue preguntando cuándo vuelvo.
-No debe haber muchos clásicos del cable, quizá el programa de José María Muscari o los de la Hermana Bernarda, ¿quién tomó la decisión de finalizar tremendo éxito?
-No fue una decisión mía sino de la gerencia del canal. A mí me hubiera gustado continuar porque era un canal de expresión de la gente solidaria. Además, un espacio de participación de los músicos. Éramos los únicos con la posibilidad de que toquen en vivo. Todavía hoy me lo agradecen. Tampoco tenía problemas de horarios. Estaba haciendo noticiero de TN Central, después TN de Noche, y luego iba a la medianoche con el levantado “Prende y Apaga”. Una pena que lo hayan levantado.
-Creo que uno de los secretos de ese programa era su manera de hablar sin distancias, natural…
-Hablarle a uno que son muchos. Cuando arranqué con el “Prende y Apaga” realmente le hablaba a uno, porque a la medianoche solamente quedamos con el operador. No queda nadie en el piso, y para mí, esa cámara era mi amigo. Una vez en Rosario una mujer mayor dijo que ella no iba a tomar café, tal cual les sugería a la medianoche, porque le hacía mal al estómago. Entonces le prometí que, el lunes siguiente, iba decir que ella se prepare un té. Así de fuerte fue el vínculo con los espectadores. Y también lo de salir a la calle con una bandera, ciudad a ciudad, pueblo a pueblo. La verdad que estoy muy contento de que logramos que la gente salga, y se sienta parte de una comunidad. Ese es el desafío de quien tiene un micrófono delante, lograr que sirva para algo. “No sé si es algo del periodismo. Es algo mío”, señala Lapegüe, y amplía el concepto, el cuatro veces ganador del Premio Martín Fierro: “Quiero ser el portador de llevar buenas nuevas. Lo que hicimos a la noche cambió la manera de hablar de los noticieros. ‘Vamos con toda la información’ (imposta la voz de un locutor de antaño), no va más. Al aire hablo como hablo en la calle, y en el libro, escribo como escribo en mis cuadernos (piensa). Me parece que el periodista tiene que informar, y en mi caso particular, entretener. Y todos los días, llevar un mensaje solidario para potenciar un cambio”, recalca el conductor al mediodía del Noticiero 13, desde 2019.


-¿Cómo hace un declarado optimista para dar las malas noticias?
-(Risas) Es parte de la realidad. Especialmente el noticiero en el trece, donde las noticias son de asaltos y robos, violencia principalmente. Pero es la verdad y no se la puede dejar pasar. Intento meter una cuota de humor y optimismo, sin ser desubicado. En las cuatro horas de cable puedo relajarme un poco, pero en el noticiero abierto, en un poco menos de dos horas, es más difícil. De todos modos, uno se tiene que sacar la noticia de encima. Sinceramente, muchas veces llego a mi casa, y me cuesta sacarme el peso de la noticia (silencio).

-Con una jornada matadora, de medio a medio, y que lo obliga a descansar en hoteles, como usted más de una vez dijo, ¿ayuda la meditación de la cual habla en su nuevo libro?
-Es algo bastante nuevo que me está ayudando, en esto de sacarme las desgracias ajenas. Muchas veces era el portador de esas enseñanzas mindfulness pero no las practicaba. Ahora estoy en una etapa donde las meditaciones son muy importantes en la diaria.
En la radio hicieron podcast con mis reflexiones de meditación y son de los más escuchados. Creo que la gente necesita este tipo de cosas y escuchar pensamientos positivos. Transmitir el mensaje que lo más importante ahora es abrazarte con tu familia, antes que sea tarde. “Nosotros somos muy abrazeros, todos”, señala quien tuvo a su familia al pie del cañón en la clínica, Silvia, Micaela y Franco Elvis –papá Sergio, fan declarado del Rey del Rock and Roll-, y transmite que “en ‘Tempraneros’ en TN hablaba ya de que abraces al que tengas al lado, aunque sea quince segundos, apenas arranca el día a las seis de la mañana. Es que sentís un intercambio de energía renovador. Esta maldita pandemia hace que nos perdamos de esa fuente maravillosa.
-Sergio, ¿tuvo una infancia de abrazos?
-No (pausa). Nuestros padres tenían otra forma de ver las cosas, otra cultura, otra manera de querernos. Éramos una familia muy linda pero cero afectos. Creo que la mayoría de mi generación vivió de esa manera. Sabía que me querían pero nunca los escuché decirme te quiero, o te amo. La primera fue Bochi, mi esposa, y fui el tipo más feliz del mundo.
-¿La primera?
-La primera (se emociona). Imagínate lo que fue para mí, un tipo que nunca nadie se lo había dicho. Fue un shock. Con ella aprendí otro costado de la vida. Ella tiene un poder admirable de solucionar las cosas. Es una madre que todo lo puede, una mujer que todo lo puede. Además, usa su Instagram, de más de 100 mil seguidores para ayudar a la carnicería o la verdulería del barrio. Uno puede pensar que lo hace por canje, pero no, es para darle una mano a los vecinos. Bochi es mi Madre Teresa privada.
-Micaela sigue los pasos histriónicos de papá Sergio, ¿Franco será periodista?
-La verdad que no. Ahora está trabajando en Mercado Libre, en finanzas. De hecho, lo tengo al lado, en este momento. Y él terminó la carrera de licenciado en Administración de Empresas. Es un pibe introvertido, inteligente, y siempre lo ví adelantado a sus tiempos. Hace cosas de un adulto de 40 con 23. Es un orgullo para mí porque mientras estudiaba, y sacaba los mejores promedios, siguió trabajando. Eso quiere decir que con Bochi hicimos las cosas bien.
-¿Se parecen en la timidez?
-(Se sorprende) Sí, nos parecemos en ese aspecto. Y además tenemos la misma pasión por los números. Tiene Franco mi timidez de los comienzos con Neustadt.
-¡De no creer con sus pasos de comedia al aire!
-(Carcajadas) Es una práctica. Y desafiar mi propio límite. De haberme quedado tímido, no podría haber hecho lo que hice.
-Llama la atención que con su popularidad jamás se mudó del barrio de la niñez, ¿por qué?
-Porque me gusta mi barrio: Banfield. Me gusta estar con mis vecinos de toda la vida. No digo que en algún momento no me mude, pero son cincuenta y pico de años, en las mismas cuadras. Difícil. Incluso pude comprarme la casa que veía de chico mientras la construían. Y, realmente, toda la gente que ha nacido en este barrio, la mayoría, no se ha mudado. Disfruto vivir en el mismo barrio. No me hace ni más ni menos ser un pibe de barrio.
TEXTO: MARIANO OROPEZA
AGRADECIMIENTO: SERARGENTINO.COM