
DIMES Y DIRETES ENTRE PARIENTES
LAS OBLIGACIONES FAMILIARES
Al armar el proyecto de vida propio con la pareja elegida inevitablemente uno forma parte de otra familia, otra familia extensa a la propia, lo cual supone más esfuerzos de relación, de afecto y de respeto. Lo ideal en toda pareja es mantener una buena relación con ambas familias; esto evitará problemas y discusiones y, para lograrlo, es necesario tener una buena disposición.
“En psicología, nos referimos a familia extensa (es la sociología y la antropología que le nombra como ‘política’) para denominar a todos aquellos que rodean a una pareja. Para que una pareja exista como tal y forje un proyecto común, lo primero que se necesita es marcar la frontera que excluye a los otros de ese proyecto. La manera en que se da esa exclusión depende de cómo se vienen construyendo los vínculos con el resto de los miembros de la familia extensa”, dice la psicóloga María Chamorro, a poco de empezar la charla, y aclara: “Una persona será independiente cuando haya podido reconocerse a sí misma, o sea, haya pasado por el proceso de individuación (pertenezco a esta familia, pero soy esta persona)”.
Una vida familiar independiente de la de los padres se logra siempre y cuando se deje de depender de ellos y ellos de uno, tanto en el terreno afectivo económico. Muchas veces, más que a la familia de la pareja, es a los propios padres de uno a quien se les debe poner límites para que no se entrometan en esta nueva vida que se está recorriendo con la pareja.
Dirá Chamorro: “Saber poner límites es un proceso; además, en general son los hijos los que piden límites, nunca se piensa lo mismo hacia los padres; sin embargo, a veces, hace falta porque no se adecuan a la situación”. Claro, para esto hace falta ‘tacto’, como se suele decir, porque es hacerles saber a los padres que la relación de pareja es lo primordial para uno, que la opinión de ellos se la valora, pero que hay temas en los que no deben ni se desea que intervengan.
DESTEJER CREENCIA
“Son muchas las parejas que acuden a consulta debido al mal entendimiento provocado por las relaciones con la familia política. En general, sucede que, llegado el momento de hacer una vida independiente, son muchos los que no son capaces de romper ese vínculo familiar y dejan que se involucre una y otra vez en su nueva vida en pareja. A los padres les cuesta entender que su hijo lleva una vida independiente y que es su pareja la persona responsable de discutir con él los diferentes problemas que surjan; a menudo vemos parejas con conflictos debido a que los padres no les dejan vivir: se meten en todo, quieren organizarles la vida; y por otro lado, el hijo en cuestión no hace nada para pararles, con lo cual su pareja está malhumorada y negativa”, describe la doctora en psicología clínica, Trinidad Aparicio Pérez.

Este es un problema de los padres por no aceptar que su hijo ya ha crecido y es independiente, y también de los hijos por no cortar el vínculo de dependencia que tienen con sus padres. Por lo tanto, se marca un círculo vicioso del cual es difícil salir, porque la comunicación con la pareja es cada vez más complicada y los conflictos se repiten día a día. La autoestima de cada miembro de la pareja va a bajar al tiempo que aumenta la inseguridad para hacerle frente a la situación, por lo que cada vez se sentirán más manipulados y encerrados.
La doctora Aparicio Pérez considera que, ante todo, se deben aclarar esas creencias irracionales que se depositan tras estos comportamientos; como, por ejemplo: "Mis padres son los mejores y siempre tienen razón;"mi pareja no los entiende porque no son sus padres";“a mis padres les debo todo”; “tengo que pagarles lo que han hecho por mí”.
Estas frases fueron depositando a lo largo del tiempo una obligación adquirida, por la cual es difícil actuar correctamente en situaciones complejas con la familia. Se actuará en consecuencia de lo que se espera de nosotros y no en dirección a lo que uno desea. Corolario: los únicos contentos serán los padres y parientes, mientras que uno mismo y nuestra pareja será el gran insatisfecho de la historia.
Cuando una pareja se consolida el trato con la familia del otro es frecuente e importante. Al inicio de la vida conyugal comienzan las obligaciones familiares, en las que se comparten rituales, costumbres y estilos de vida, los que no siempre son del gusto de todos.


HIJOS PARENTALES
La pareja en ciernes debe dedicarse tiempo, aprender a separar los momentos de cada uno y repartir los momentos para estar con unos y otros miembros de la familia extensa; nunca pasar la mayor cantidad de tiempo en la casa de uno de los padres y dejar a los otros, eso, a la larga genera enfrentamientos. Algunos padres o madres apoyan su afectividad en el hijo, en lugar de hacerlo con su marido o pareja, por ausencia o falta de apoyo de este, creando una relación patológica con los hijos.
“Los roles que los hijos ocuparon en la organización familiar son los que condicionan la dependencia de algunos miembros de la familia. Roles biológicos o simbólicos le otorgan un lugar a los hijos, los cuales éstos asumen y luego es muy difícil correrse. Se les llama hijos parentales y son aquellos que no viven las etapas cronológicas; a veces, ocupan el lugar de pareja de los padres (aun estando presente la pareja) y por eso es difícil la independencia”, explica María Chamorro, y agrega que, en cuanto a la relación con el resto de los parientes sucede lo mismo: “Dentro de una familia extensa hay distintos sistemas y cada uno establece relaciones según el rol que juega. Por eso, los roces y diferencias de criterios pueden evitarse en tanto y en cuanto cada cual tenga claro quién es, el rol que ocupa y lo que la familia le demanda”.
Ahora bien, en caso de que los padres estén enfermos o tengan problemas y se les deba dedicar mucho tiempo, es necesario encontrar espacios para estar con la familia nuclear en alguna actividad que los gratifique a todos, de manera que nadie se sienta abandonado.
“La familia es la pareja y los hijos, los padres pasan a un plano diferente; entonces, la función de ese hijo que se independizó es la de ayudar y apoyar cuando los padres lo necesiten, pero no siempre. No se debe fomentar la dependencia de los padres. Los límites a los padres se aplican con la misma norma que con los niños: no pueden venir a casa sin avisar y cuando les plazca, no pueden entrar en casa y disponer todo como si fuera la suya, si al principio, no pueden apuntarse a todos los eventos familiares sin haber sido invitados como: vacaciones, fiestas, salidas, etc."