NICOLÁS FRANCELLA
Estirpe de actores, Nicolás Francella se luce cada noche en la serie de primetime “Pequeña Victoria”, con la solidez de una carrera meditada a cada paso. Con un salto internacional en tono español, Nicolás nos lleva desde una infancia fascinada por la televisión, de la mano de su famoso padre, a un presente enamorado y lleno de nuevas experiencias que enriquecerán a un “libriano, muy observador".
Me engancha lo actual e inclusiva que es la tira: una historia muy tierna que habla de las nuevas maneras de ser familia”, afirma de entrada Nicolás Francella sobre “Pequeña Victoria”, la gran apuesta de Telefe en el último semestre, y amplía, “sentimos que es de esas que hacen bien verla por su mensaje optimista. Y tiene una proyección que motiva cambios en la manera de pensarnos. Con la totalidad grabada hace meses, y la repercusión que tiene en la gente, la veo muy positiva para mí como experiencia personal. Sinceramente me conmueve el enganche y la capacidad de estimular nuevas miradas y sentimientos que tiene ‘Pequeña Victoria’, señala el actor.
“La verdad es que nos entusiasmaba mucho como actores ser parte de algo que está pasando en la sociedad”, comenta Nicolás sobre el disparador de la trama, la subrogación de vientre y las transformaciones en la idea de familia nuclear, y grafica que “fue muy importante para que tome la decisión de sumarme, que estuviese tan cerrada la información de mi personaje y la historia en general. A veces tenés solo un boceto y acá sabíamos cómo seguía el cuento en los 56 capítulos. Y si bien no hablábamos con los compañeros sobre las ideas que sostienen ‘Pequeña Victoria’, todos compartimos esa mirada moderna de la familia que propone –Daniel- Burman”, asevera Francella de la multiplicidad de historias de la tira, que tiene nombres de peso: Julieta Díaz, Luciano Castro, Inés Estévez, Facundo Arana, Mariana Genesio, Daniel Hendler, entre otros.
-¿Los espectadores veremos una continuación de su historia con Natalie Pérez, antes en “Las Estrellas”, ahora en “Pequeña Victoria”?
-Con Natalie hicimos un gran trabajo en aquella tira de PolKa, y éramos parte de un grupo muy lindo que tiraba unido. No puedo decir mucho de lo que pasará pero sí que hoy tenemos a un profe de matronatación, mi Ariel, que se transforma en una especie de fuerza motivacional de Bárbara Pérez- y que va evolucionando en sus sentimientos por una madre primeriza que lo busca todo. Habrá más que una amistad. ¡Tienen que verlo! (ríe)
-¿Disfruta el papel de galán?
-Trato de no darle bola, hago de todo, y si aparecen cuatro padres muy pintones, y quieren tener licencias de galán, voy para adelante. No me detengo en las etiquetas que puedan ponerme sino que busco el desafío de los papeles. Si hago de galán es nada más para romper el hielo y divertir a la otra persona.

-¿Intenta correrse de ese mote?
-No es que me corra conscientemente del estereotipo de galán sino que cuando actúo trato de llevarlo a mi marca. Lo que pasa es que cuando habla de galán hay una idea medio estereotipada. Yo trato de llevarlo a una actitud desacartonada y fresca que es más acorde a mí espíritu alegre; y que también juega mejor con los personajes que interactúan con él dentro de una trama.Tal vez si lo ves de esa manera no soy el típico galán pero tampoco intento adrede correrme, simplemente voy buscando el tono más apropiado ahora para Ariel. Y después los espectadores harán su lectura.
-¿Dialoga con Burman sobre cómo encarar el personaje?
-Lo necesario dentro de mi rol, ya que, mi interés mayor es seguir aprendiendo, seguir tratando de hacer proyectos que me hagan crecer con nuevas ideas y personas, aprovechar lo que puedo escuchando a quienes hicieron grandes cosas. Burman es una nueva parada del viaje con un realizador que escribe, dirige y se pone al frente de sus ideas. Es una nueva fuente de inspiración para mí.
Con humildad Nicolás, hijo de Guillermo Francella, por si hace falta decirlo con solo ver la innegable herencia en sus ojos, rescata que “cada escalón en la carrera le permite tener más oficio”. Nacido al calor de tachos de iluminación y libretos compartidos en familia, “aunque no tantos ya que tenía una exigente doble escolaridad”, acota, desde los primeros pasos recuerda armar pequeñas y graciosas escenas como BrigaCop detrás de un sofá, en la época de Brigada Cola de su padre, y que cada vez que podía “me quedaba detrás de los decorados, medio a oscuras, y dejaba volar la imaginación. No sabía qué, pero me encantaba”, remata emocionado.